“La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo. La educación es el gran motor del desarrollo personal. Es a través de la educación como la hija de un campesino puede convertirse en médico, el hijo de un minero puede convertirse en el jefe de la mina, o el hijo de trabajadores agrícolas puede llegar a ser presidente de una gran nación.” (Nelson Mandela)

Yo soy hijo de padres que prácticamente no fueron a la escuela porque mis abuelos pensaban que estudiar no servía para la vida; que era el machete, no el estudio, lo que ayudaba al hombre a ganarse la vida y que para la mujer bastaba con saber los oficios de la casa. Gracias a Dios, cuando mis papás se casaron decidieron hacer las cosas de diferente manera y con gran sacrificio lograron que todos sus hijos fuéramos a la escuela. Somos nueve. Mis padres saben que la mejor herencia que puede dejarse a los hijos es una excelente educación.

Lógicamente es mucho más fácil estudiar en Estados Unidos que en cualquier país de Latinoamérica. Sin embargo, a pesar de llevar años en este país, los hispanos no podemos decir que seamos un grupo social que sobresalgamos por nuestra preparación intelectual. Y esa es una de las razones por las que algunos políticos nos consideran más como un problema social que como una verdadera fuerza humana que contribuye al desarrollo de esta sociedad.

A muchos hispanos en Estados Unidos únicamente les interesa hacer dinero para tener aquello que no tuvieron en sus países de origen: ropa de marca, un carro de lujo, celebrar los XV años de sus hijas gastando hasta lo que no tienen, comprar terrenos y casas en sus países, pero no consideran la importancia de invertir en su educación o la de sus hijos. Son millones de dólares los que envía mensualmente el pueblo hispano inmigrante a sus países (y eso ha sucedido por años) sin embargo, nuestros países continúan hundidos en la pobreza, corrupción política, violencia, narcotráfico, etc.

¿Considera usted que vale la pena sacrificarse hoy para que sus hijos reciban una educación de calidad que los prepare para que en el futuro sean no sólo hombres y mujeres de ciencia, sino buenos cristianos y honrados ciudadanos? Si su respuesta es afirmativa, lo invito a considerar la escuela católica.

Además de preparar académicamente como la escuela pública, la escuela católica se enfoca en la formación humana y cristiana de los niños y jóvenes. No sólo habla de Dios a los niños, sino que hace oración y celebra la fe cristiana con ellos; protege la inocencia y forma la conciencia de niños y niñas de acuerdo a nuestra fe cristiana, enseñándoles lo que es bueno y malo, que su cuerpo es templo del Espíritu Santo y que es la abstinencia el mejor medio para evitar embarazos y enfermedades de transmisión sexual. La escuela católica enseña que la vida humana es sagrada y debe ser respetada y protegida desde el momento de su concepción hasta su fin natural, y continúa firme en su enseñanza  de que Dios nos ha creado hombre y mujer y que el matrimonio es precisamente la unión de ambos. En el sistema de educación pública, sus hijos aprenderán estos temas con conceptos contrarios a la naturaleza propia de la familia y a la verdad de nuestra fe cristiana.

Pero hay algo más, la educación académica de la escuela católica posee un alto nivel de exigencia intelectual. La escuela pública es buena, pero no posee la libertad para enseñar los principios cristianos y humanos que enseña la escuela católica. La escuela pública está amarrada a los intereses de grupos de poder en cada país y son ellos quienes determinan lo que se enseña. Evidentemente, a estos grupos no les interesa lo que se refiere a Dios, la familia o la moral cristiana.

Por supuesto que la escuela católica no sustituye el trabajo que corresponde a los padres de familia en sus casas, por eso es importantísimo que los papás se involucren en las actividades de sus hijos en la escuela y en su formación cristiana, ya sea que estudien en la escuela pública o católica.

Ahora, posiblemente usted está pensando: “Todo suena bien, pero en la escuela católica hay que pagar y en la escuela pública, no”. Eso es verdad, en la escuela católica se paga porque no recibe apoyo económico del gobierno. Pero este es un punto muy importante: considerar la cuota para que su hijo o hija estudie en la escuela católica como una inversión y no como un gasto. Trabajar para que sus hijos estudien en la escuela católica es una de las mejores inversiones que puede hacer en la vida de sus hijos.

Si queremos una sociedad mejor, necesitamos trabajar para hacerla realidad. De lo contrario, gran parte de la población hispana morirá y sus hijos continuarán en el pozo de la ignorancia, trabajando únicamente para ganar dinero pero no lograrán influir de manera significativa en el destino de esta gran nación o de nuestros pueblos.

Papá y mamá, los invito a reflexionar: ¿Qué estamos haciendo para promover en nuestra familia la formación intelectual de nuestros hijos como un medio de superación? ¿Hemos considerado en serio la posibilidad de que nuestros hijos estudien en la escuela católica? Y de no ser posible, ¿vigilo y apoyo cercanamente su educación en el sistema público para esclarecer cualquier duda con relación a su formación cristiana y humana?


Padre Marco Lopez

Padre Marco Lopez

Padre Marco López es originario de El Salvador, país donde fue ordenado sacerdote en la diócesis de San Vicente. Ha ejercido la mayoría de sus diecinueve años de ministerio sacerdotal en los Estados Unidos y actualmente es pastor de la parroquia y escuela San Andrés, Riverton, en la diócesis de Salt Lake City, Utah. Es parte del equipo eclesial que coordina la Región 14 del Encuentro Matrimonial Mundial y desde el 2011, es asesor diocesano de este movimiento en su ciudad.