Sanando nuestras raíces

Quiénes somos, de dónde venimos y cómo fuimos criados conforman nuestras raíces. Éstas son irrevocables pero no deben determinar la persona que somos o en la que queremos convertirnos, como lo muestra la historia de Efraín y Laura.    

Nuestra infancia

Efraín: Nací en Ciudad Nezahualcóyotl, México. Ahí crecí junto a mis padres y mis hermanos.  En la familia fuimos nueve hijos. Cuando aún éramos pocos tuvimos el privilegio de recibir más obsequios de nuestros padres y  buena ropa para las ocasiones especiales. Conforme la familia fue creciendo se puso más difícil la situación económica y mi papá comenzó a beber alcohol. Esto generó pleitos entre él y mi madre, llegando a maltratarla con insultos y golpes. Al ver esto, mis hermanos y yo sentíamos mucho miedo y dolor.   

Un día cuando yo iba a entrar a la secundaria mi padre se vino a los Estados Unidos y nuestra vida se tornó aún más difícil. No había dinero para comer y para colmo, nos pidieron dejar la casa donde vivíamos. Yo percibía mucha tristeza en mi madre y en mis hermanos. Con ayuda de un tío, mi mamá se puso a vender vestidos en el mercado. Los hermanos más grandes tratábamos de ayudarla a sacar adelante a los más pequeños cargando bolsas de mandado, pero aun así, a veces no tenía dinero para el pasaje de la escuela, ni para un taco. Fue una época muy dura. Siento mucha tristeza al recordarla.

Laura: Nací en Cuernavaca, Morelos, México. Somos seis hermanos y nuestros padres siempre procuraron que no nos faltara nada; pasaban todo el día trabajando para sacarnos adelante. Eran muy estrictos con nosotros por lo que me sentía insegura y les tenía miedo. Mis hermanos y yo no podíamos equivocarnos al hacer lo que ellos nos pedían y si no les obedecíamos, nos regañaban y hasta nos pegaban.

Recuerdo que me sentía deprimida al ver las reacciones de mi papá y mejor procuraba no cometer errores por miedo a que me pegara, como cuando lo ayudaba a arreglar el carro y me pedía sostener la lámpara o darle la herramienta. También me decía que no me dejara de nadie, que si alguien me pegaba, él también me iba a pegar. 

Sus consecuencias

Efraín: Nuestras carencias al crecer y el ejemplo de mi madre y mi hermano mayor para salir adelante y guiar a los hermanos más pequeños me motivaron a ser muy unido con ellos. Al pensar en casarme, no quería llevar una vida como la de mis padres, quería formar una familia feliz. Pero al vivir con Laura comencé a dañar nuestra relación con celos. Me enojaba verla platicar con cualquier amigo, aun sabiendo que ella conocía mucha gente. Era tanto mi enojo que le pedí que dejara de trabajar, sin darme cuenta que la estaba tratando como mi papá trató a mi mamá.

Como no tenía dinero, me llevé a Laura a vivir a casa de mi mamá. A veces cuando llegaba del trabajo la encontraba llorando y mi reacción era de mucho enojo pues no me decía por qué estaba triste. Por mi mente pasaban muchas cosas, como que ella no me quería o que había sido un error habernos casado. Con el tiempo me vine a Estados Unidos a trabajar duro y en trece meses pudimos hacer nuestra casita. Me regresé a México muy ilusionado, esperando que todo fuera distinto, pero como la casita la hicimos en el terreno de mi mamá, los problemas no acabaron porque no sabía que a Laura no le gustaba que viviéramos ahí.

Laura: Al poco tiempo de vivir con Efraín me embaracé  de nuestra hija mayor. Cuando dejé de trabajar  empecé a extrañar todo. Me la pasaba llorando y su mamá y sus hermanos le preguntaban a Efraín qué pasaba, pero él tampoco sabía cuál era el problema. Yo no le decía nada pero me sentía triste y sin voz porque juzgaba que para él, su familia era más importante que yo.

Generé muchos conflictos y dolor en nuestro matrimonio por quedarme callada. No me gustaba opinar  aunque no estuviera de acuerdo con las cosas que se hacían. Cuando algo no me parecía o pensaba que no me tomaban en cuenta, actuaba indiferente con mi esposo, me enojaba con él y dejaba de hablarle hasta por dos semanas. También lo hacía sufrir no teniendo intimidad con él. Encontré que esa era una forma de desquitar mi coraje pues vi que le dolía. A nuestros hijos los trataba agresivamente, como me trataron a mí. Me da tristeza recordar que me desquitaba con ellos y los regañaba o los castigaba por cosas sin importancia.

Nuestra decisión de crecer

Laura: Después de varios años de casados, eran tantos los problemas que tomé la decisión de hablar abiertamente con mi esposo sobre el motivo de mi malestar y fue así como él supo lo que había estado pasando conmigo. Decidimos  trabajar para ser una mejor familia, nos acercamos más a la iglesia y las bendiciones han sido abundantes. Nuestros hijos han estado recibiendo sus sacramentos, nosotros nos casamos por la iglesia y unos buenos amigos nos regalaron un fin de semana de Encuentro Matrimonial. Esta experiencia  nos unió más como matrimonio y nos está ayudando a ser mejores padres y amigos.

Hoy agradezco a mis padres el haberme inculcado el hábito de asistir a la iglesia pues me pusieron en este camino de crecimiento espiritual y personal. Aún no he superado completamente mi manera de actuar pero tengo la esperanza que con la ayuda de Dios podré superarme y ser una mejor persona, esposa y madre.

Efraín: Ahora doy gracias a Dios por lo que soy y no reniego ni culpo a mis padres de nada, más bien agradezco lo que hicieron por mis hermanos y por mí. Laura y yo hemos aprendido a comunicarnos mejor y a apoyarnos en nuestras luchas por ser la mejor versión de nosotros mismos y así poder dar a nuestros hijos una vida mejor.


Efrain y Laura Benitez

Efrain y Laura Benitez

Efraín y Laura Benítez son originarios de México. Tienen 20 años de casados y 9 años de matrimonio sacramentado. Tienen tres hijos, Diana de 20, Kevin de 13 y Génesis de 6 años de edad. Llegaron a los Estados Unidos en el 2004 y desde el 2009 han estado involucrados en Encuentro Matrimonial sirviendo en diferentes capacidades, incluyendo pareja presentadora. Pertenecen a la parroquia de St. Thomas More donde han participado como catequistas, proclamadores de la palabra y danzantes de matachines.

About the authors
Efrain and Laura Benitez are from Mexico. They have 20 years of marriage and 9 years of sacramental marriage. They have three children, Diana (20), Kevin (13) and Genesis (6). They arrived in the United States in 2004 and since 2009 have been involved in Worldwide Marriage Encounter serving in different capacities, including presenting couple. They belong to the parish of St. Thomas More where they have participated as catechists, proclaimers of the word, and “Matachines” dancers.

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